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Por Mi España -
 

De indigentes culturales a ministros de España

El Semanal Digital - Alfonso Merlos
Zapatero representa hoy a un gobierno descompuesto, desbaratado, averiado y en estado político de putrefacción. Los trastornos están afectando al cogollo de la democracia española.
Es sabido que hace unas semanas la ministra Pajín invitó a un almuerzo informal a todos los diputados y senadores de las comisiones parlamentarias que trabajan en el ámbito de la Sanidad y la Igualdad. Preguntada por el nombramiento de su amiguísima Nuria Espí de Navas como delegada del gobierno para el Plan Nacional de Drogas, Pajín contestó que sólo faltaba que la ministra no pudiese nombrar a quien le saliese de los cojones (sic). Para terminar de arreglarlo, apostilló Pajín que su amiguísima sabía "mucho sobre drogas".
La secuencia no conforma una anécdota sino que puede elevarse perfectamente a categoría por varias razones. En primer lugar, porque certifica que sólo en un sistema político contaminado por las luchas de poder puede llegar a mandar en un Ministerio quien no estaría capacitada ni para regentar la frutería o la pescadería de la esquina.
 
En segundo término, porque no es ni medio normal que en la nación más vieja del mundo se exija un currículum espectacular, un par de carreras y el dominio de otros tantos idiomas para desempeñar cualquier oficio (pongamos reponedor de estanterías o de combustible), salvo que ese oficio sea naturalmente el de ministro.
Ahí todo cuela. Desde lo más excelso (rara vez), hasta lo más inane (con creciente frecuencia). Pero hay, en tercera instancia, algo mucho más grave. La secuencia de los cojones revela la insensibilidad de una casta política que se ha conformado como tal no sólo escalando de espaldas a la democracia y las leyes, sino vulnerando sin mesura ni complejos su espíritu y su letra.
Es indigno, y dirán los tribunales si ilegal, que tengamos una España en la que a funcionarios de carrera que apenas escapan del mileurismo se les aseste un estacazo en su salario, y que tengamos al mismo tiempo a una ministra como Pajín, sin estudios acreditados, no sólo disfrutando de un salario que ni en el mejor de sus sueños alcanzaría en el sector privado, sino para más inri enchufando a sus amigas. Seamos serios, ¿¡de qué va la ministra!?
De indigentes culturales a ministros de España
Cuando los políticos se vuelven unos sinvergüezas, los ciudadanos pierden el respeto.

De indigentes culturales a ministros de España

No es que Zapatero esté amparando el caciquismo, o sea, la intromisión abusiva de una persona en determinados asuntos valiéndose de su influencia.
Estamos, de acuerdo con los preceptos más elementales de la filosofía griega, ante uno de los sistemas de gobierno más aborrecibles y execrables: la timocracia. Platón estableció varias formas a través de las cuales se podían regir los destinos de la ciudad.
La aristocracia, cuando gobernaban los mejores pensando no en ellos mismos sino en el bien común.
La plutocracia, cuando gobernaba una oligarquía económica que buscaba dar satisfacción a sus deseos, fuesen necesarios o superfluos, legítimos o ilegítimos.
La democracia, cuando se gobernaba a través de acuerdos y tensiones entre la minoría y las mayorías.
La tiranía, cuando en el fondo y la forma gobernaba uno.
Y finalmente la timocracia, hoy encarnada en el zapaterismo, que no se da ni más ni menos que cuando emerge una galería de políticos ambiciosos, carentes de cualquier virtud cívica, que usan su poder no sólo para dominar sino también para enriquecerse de forma más o menos disimulada.
Y aquí estamos plantados, muy mal plantados, ante la pura degeneración del sistema democrático y ante la explicación palmaria de las causas por las que tenemos a un presidente del gobierno arrugado, apocado y tapado por el vicepresidente Rubalcaba; y a un buen número de ministras y ministros (soldados rasos ascendidos para desgracia de los españoles a generales de cuatro estrellas), que nos llevan de susto en susto, de traspiés en traspiés, de desgracia en desgracia, de calamidad en calamidad. Y ahora, de alarma en alarma.
-Alfonso Merlos -
Foro politica

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Cuando los políticos se vuelven unos sinvergüezas, los ciudadanos pierden el respeto.
 
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