Articulos de España |
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205 Lo que se espera de Feijóo - Si eres votante del PP tienes mucho mérito porque sigues votando a un partido político que jamás en sus legislaturas con mayoría absoluta ha hecho nada de lo que prometió en campaña electoral.
Los moros son moros
... y muchos cristianos, unos gilipollas. |
Juan
Vte. Santacreu - Menos mal, cuando ya parece
todo perdido y la sin razón invade nuestra sociedad de imbéciles,
llega alguien con conocimientos bajo el brazo y cojones plantados
y nos confirma que los moros, son moros.
Ufff, ¡que descanso!,
llevo mucho tiempo en acto de contrición intentando convencerme
que los moros no son moros, son islámicos,
beréberes, árabes,
andalusíes, magrebíes, norteafricanos o musulmanes.
Me alegro oír esto, porque es una deuda que tenía con
la memoria
histórica, sí, la de verdad, esa historia
nuestra de cada día. Mi abuelo que en paz descanse, no fue
muy culto de colegio, pero gran viajero, recorrió España,
Cuba y EEUU.... y siempre recordaré sus palabras, “cojones
con los africanos, que son moros, niño y además son
malos y morosos”. Treinta años han tenido que pasar
para que alguien haga justicia a la memoria histórica de mi
abuelo y confirme en voz alta que tenía razón.
Que pena que Aido se ha ido, si no le sugeriría que prohibiera
las palabras relacionadas con lo moros, como morosidad, morenito,...
y porque no, moribunda, que es como se encuentra la educación
en España.
Arturo
Perez Reverte - Te lo voy a explicar en corto, chaval. Sin
irnos por las ramas. Esa maestra, profesora, docente o como quieras
llamarla, es imbécil. Tonta del culo, vaya. En el mejor de
los casos «suponiendo
que no prevarique a sabiendas, prisionera del qué dirán»,
une a su ignorancia el triste afán de lo políticamente
correcto.
La cuestión no es que te haya reprendido en clase
de Historia por utilizar la palabra moros al hablar de la Reconquista,
y exija que la sustituyas por andalusíes, magrebíes,
norteafricanos o musulmanes. Lo grave es que a una profesora así le
encomienden La
educación histórica de chicos de ambos
sexos de catorce o quince años.
Que la visión de España
y lo español que muchachos de tu generación tengan
el resto de su vida dependa de cantamañanas como ésa.
Tienes dos opciones. La primera, que desaconsejo, es tu suicidio
escolar. Mañana, en clase, dile que no tiene ni puta idea
de moros, ni de Historia, ni de lengua
española, ni de la
madre que la parió. Te quedarás a gusto, desde luego;
y las churris te pondrán ojitos por chulo y por malote. Pero
en lo que se refiere a esa asignatura y al curso, puedes ir dándote
por jodido. Así que lo aconsejable es no complicarte la vida. Ésa
es la opción que recomiendo. |
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Tu maestra, por muy estúpida que sea, tiene
la sartén por el mango. Así que traga, colega, mientras
no haya otro remedio; que ya tendrás ocasión, en el
futuro «todos pasan tarde o temprano por delante de la escopeta» de
ajustar cuentas, real o figuradamente.
Así que agacha las
orejas y llama a los
moros como a ella le salga del chichi. Paciencia
y barajar. Por lo demás, duerme tranquilo. Por muy maestra
que sea, eres tú quien tiene razón. No ella.
En primer
lugar, porque el habla la determinan quienes la usan. Y no hay nadie
en España, en conversación normal, excepto que sea
político o sea gilipollas «a menudo se trata de un político
que además es gilipollas», que no llame moros a los
moros.
Ellos nos llaman a los cristianos arumes o rumís, y
nada malo hay en ello. Lo despectivo no está en las palabras,
sino en la intención con que éstas se utilizan. La
buena o mala leche del usuario. Lo que va, por ejemplo, de decir
español a decir español de mierda. La palabra moro,
que tiene diversas acepciones en el diccionario de la Real Academia,
pero ninguna es peyorativa, se usa generalmente para nombrar al individuo
natural del norte de África que profesa la religión
de Mahoma; y es fundamental para identificar a los musulmanes que
habitaron en España desde el siglo VIII hasta el XV.
Desterrarla
de nuestra lengua sería mutilar a ésta de una antiquísima
tradición con múltiples significados: desde las fiestas
de moros y cristianos de Levante hasta el apellido Matamoros, y mil
ejemplos más. Así que ya lo sabes. Fuera de clase,
usa moro sin cortarte un pelo. Como español, estás
en tu derecho. Aparte del habla usual, te respaldan millones de presencias
de esa palabra en textos escritos.
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Los moros son moros islamicos musulmanes
arabes bereberes andalusies magrebies norteafricanos o musulmanes |
Originalmente se refiere a los naturales de la antigua
región norteafricana de Mauretania, que invadieron la península
ibérica en tiempos de los visigodos. Viene del latín
maurus, nada menos, y se usa con diversos sentidos. Caballo moro,
por ejemplo, se aplica a uno de pelaje negro.
En la acepción
no bautizado se extiende incluso a cosas «vino moro» o
personas de otros lugares «los moros de Filipinas». Hasta
Gonzalo de Berceo aplicaba la palabra a los romanos de la Antigüedad
para oponerlos a judíos y a cristianos.
De manera que basta
echar cuentas: la primera aparición en un texto escrito data
de hace exactamente mil ochenta y dos años, y después
se usa en abundancia. «Castellos de fronteras de mauros»,
dice el testamento de Ramiro I, en 1061. Por no hablar de su continuo
uso en el Poema de Mío Cid, escrito a mediados del siglo XII: «Los
moros yazen muertos, de bivos pocos veo; los moros e las moras vender
non los podremos». Y de ahí en adelante, ni te cuento. «Las
moras no se dejan ver de ningún moro ni turco», escribió Cervantes
en el Quijote.
La palabra moro está tan vinculada a nuestra
historia, nuestra sociedad, nuestra geografía, nuestra literatura,
que raro es el texto, relación, documento jurídico
antiguo u obra literaria clásica española donde no
figura.
También la usaron Góngora, Quevedo, Calderón,
Lope de Vega y Moratín, entre otros autores innumerables.
Y tan vinculada está a lo que fuimos y somos, y a lo que seremos,
que sin ella sería imposible explicar este lugar, antiquísima
plaza pública cruce de pueblos, naciones y lenguas, al que
llamamos España. Imagínate, en consecuencia, la imbécil
osadía de tu profesora.
El atrevimiento inaudito de pretender
cargarse de un plumazo, por el
artículo catorce y porque a
ella le suena mal, toda esa compleja tradición y toda esa
memoria.
Arturo Perez Reverte
(Si te ha gustado, divulgalo,
porque el poder está en tu mano)
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