Las alas de la ignorancia

Todos sabemos cómo ser el mejor maestro

Una profesora cabreada – 6/5/2020 - Y la historia se repite una y otra vez.
Todo el mundo sabe hacer de maestro y todos piensan que lo pueden hacer mejor.
El Gobierno debate con esta pandemia del coronavirus COVID-19 cómo debemos de dar las clases, cómo tratar a nuestros alumnos y sus familias, cómo enfocar las actividades, la metodología a seguir y sobre todo la evaluación del tercer trimestre y final de curso. Y lo hacen políticos a los que se les llena la boca de pedagogía y didáctica cuando escasamente han pisado aulas como alumnos y NUNCA como profesores formados en la didáctica de la educación.
Y no me refiero a legislar o dirigir la educación que sí es tema del ejecutivo sino al hecho de darnos instrucciones precisas de cómo hacerlo en esta situación.
No he escuchado en ningún momento que se debata la forma de llevar a cabo su trabajo en el caso de los sanitarios, de los supermercados o de cualquier otro sector profesional.
Y la ignorancia de estos políticos les da alas y en las ruedas de prensa de la vergüenza se atreven a decir que intentemos hacer un aprobado general, que la repetición va a tener que estar muy argumentada -suena a amenaza- y que seamos flexibles al máximo. Que trabajemos poniéndonos al día con todas las herramientas digitales que tenemos, que usemos nuestros recursos personales pero que luego no evaluemos la respuesta de nuestro alumnado y así desvaloricemos el trabajo que estamos haciendo.

Soy maestra de primaria y me indigna que ahora se pongan flores con algo que llevamos haciendo desde hace años:
En los centros de primaria y en los de secundaria -donde también he trabajado durante 18 años- las sesiones de evaluación tienen una característica común que es la flexibilidad con todo el alumnado. Se analizan uno a uno cada caso mirando la evolución del niño, su respuesta, su esfuerzo, su participación, sus posibilidades, sus límites, su situación familiar, su trabajo personal, el resultado de sus exámenes y el grado de integración en el grupo. En función de tantas variables se decide si debe o no repetir y si esta medida extraordinaria le favorecerá en su escolaridad o por el contrario será un lastre para él y sus compañeros. Y estas consideraciones así como el acuerdo al que se llega queda recogido en acta.
Si se decide la repetición, este alumno llevará todo el curso siguiente un plan de recuperación intenso coordinado por el tutor de su curso y gestionado por todo el equipo docente que le imparte clase.
Cuando algún alumno pasa de curso con alguna asignatura suspendida se le elabora un plan de refuerzo de la misma que igualmente coordina el tutor y gestiona el equipo docente.
En este plan también se incluyen aquellos alumnos que pasan de una evaluación a otra con alguna asignatura suspendida, se les ponen refuerzos con otros profesores en todos los caso.
Y ese es el día a día de una docencia presencial.
Y ahora se acaban de enterar nuestros políticos -y se les llena la boca al decirlo- que esto existe y que “tenemos que aplicarlo en esta situación”.

Siento vergüenza ajena de aquellos que nos representan cuando los oigo hablar con esas alas que da la ignorancia.
Una profesora cabreada.

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